domingo, 3 de julio de 2016

Caminando Sobre las Aguas

Aunque parezca un argumento religioso nada tiene que ver con creencias. Cada vez que viene el tiempo lluvioso se inundan las calles y veredas. La lluvia que es bendición del cielo viene a tornarse en maldición, para aquellos ciudadanos que no tienen carros ni avión.

Sábado pasadas las tres de la tarde desciende un copioso torrente y en unos pocos minutos las aguas llenan las aceras rápidamente. Se transforma una de las principales avenidas de Santo Domingo en un riachuelo inesperado, haciendo que el transeúnte se quede en un toldo varado.

Del Río Ozama las vías parecieran un reflejo, aparte de tener corriente, la basura se ve flotando desde lejos.Los desechos sólidos vienen hacer el elemento perjudicial, porque cuando llueve llenan las alcantarillas hasta desbordar.

Transcurren los minutos y persisten las lluvias. Más incómodo se torna trasladarse en cualquier ruta. Se sigue inundando cada vez más la zona y el tránsito se convierte en un caos total. La avenida Jiménez Moya anegada hace que el tránsito fluya lentamente, provocando taponamientos en las intersecciones adyacentes.

Los vehículos que pasan por las calles parecieran que son botes, porque tienen que movilizarse con el agua hasta el tope. Los que aguardan refugiados hacen contacto con la estela, porque cuando pasa un conductor salpica todo lo que le rodea.

Los buhoneros de las esquinas se retiran de su lugar, ya que el agua está alcanzando sus carpas y sus mercancías se están a punto de mojar. En calles aledañas, en zona residencial, las señoras de las casas barren las aguas de su área frontal. Las aguas residuales se posan por doquier, caracterizando el panorama que en cada parte se puede ver. 

Aquellos que se aventuran a caminar tienen que hacerlo con el pantalón retraído o como se le llama en “brincacharcos”. A los que no les da tiempo a cuidar su indumentaria se le enchumba hasta los calzoncillos. Los que andan de gala o con una ropa muy lujosa, llegan a sus destinos en condición muy vergonzosa.

Muchos se ponen en cada zapato una funda para protegerlos, porque si no se le moja hasta el más chiquito de los dedos. Otros resignados caminan sobre las aguas, parecieran el mesías cuando lo hizo en la palabra.

El mal tiempo provoca una gran peripecia a las personas que transitan a pies, el drenaje urbano no da abasto para las aguas pluviales. Se escucha a alguien vociferar entre un charco disgustado: “tanto que prometen y ni esta vaina resuelven”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Peatones cruzan tramo de la 27 de Febrero con temor a ser chocados

Peatones que cruzan habitualmente el tramo de la   avenida 27 de Febrero , entre la Caonabo y la   Plaza de la Bandera , exigen a las autori...