domingo, 3 de julio de 2016

Botellas y leyes quebrantadas

Pasadas las tres de la tarde del miércoles 15 de junio, un alguacil ordena que se abra el portón trasero de la empresa Coca Cola, de la avenida Independencia, de la capital dominicana. 

Empleados se resisten y obstruyen el acceso con un camión de carga, compeliendo a las autoridades a forzar para ingresar a las instalaciones.

La fuerza pública destruye la cerradura de la contrapuerta para luego irrumpir al lugar cual leones en busca de carnada. Conminan a los empleados a salir del lugar, mientras el alguacil vocifera que se trata de un desalojo.

El chofer del camión parado en medio de la puerta se resiste a entregar las llaves del vehículo a las autoridades, obligando a los agentes judiciales a forcejear para quitárselas. Los empleados se acercan indignados por la acción, dando lugar a una acalorada discusión.

Entre empujones y groserías una botella estalla en el pavimento, lo que provoca el grito de guerra: !Se armó! En fracción de segundos el cielo se vistió de botellas contra los representante de la fuerza judicial, viéndose obligados a abandonar las instalaciones de la empresa.

Los cristales se quebraban aún en la calle trasera de la Coca Cola. Minutos después el lugar se llenó de agentes de la Unidad Antimotines de la Policía Nacional. Avanzando entre vidrios y botellas lanzaron disparos al aire y gases lacrimógenos, para disolver la trifulca.

Entre escaramuzas, requisas y golpes los uniformados arrestan varios empleados de la empresa, paulatinamente tomando el control de las instalaciones y dando fin a los enfrentamientos.

El alguacil y una notario público se acercan al cordón policial en la puerta para mostrarle al oficial que comandaba la orden de desalojo emitida por la Suprema Corte de Justicia. La misma dispone que el terreno en cuestión sea entregado al empresario Willian Amador, a quien se le avala como el propietario titular.

El alto mando policial impide a las autoridades judiciales que se realice la disposición de la alta corte, por lo que el alguacil molesto expresa: "la maldita policía es un auxiliar de la ley, no está por encima de ella". 


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