martes, 25 de agosto de 2015

El problema de la Policía


En los últimos días han ocurrido hechos delictivos y violentos, vergonzosos e indignantes, en los que se han visto envueltos miembros de la Policía Nacional. Como por ejemplo, y ha sido el que más ha caldeado la sensación pública, el funesto homicidio en un intento de asalto de la joven locutora y estudiante de comunicación social, franchesca Lugo, en el que se hallaban implicados un ex militar y dos agentes policiales activos.

Esto ha suscitado aún más impetuosas críticas y cuestionamientos al cuerpo del orden estatal, los embates van desde depurar desde la cúpula hasta el momento de ingreso de los agentes, y la premura de la dilatada y compleja reforma policial. Pero a mi humilde opinión el flagelo es más multifactorial de lo que se quiere presentar, pues hay que entender que más que una problemática institucional es un problema que abarca a toda la sociedad.

Si bien es cierto que las condiciones en las que un policía ejerce su función son de por sí muy carentes, por la poca formación profesional del policía común en el aspecto de persecución y mitigación del crimen, que se suma, además, el factor salarial. Esto puede predisponer a un individuo armado  sumándole, quizás, necesidades económicas el incurrimiento de algún delito.

Pero, profundizando en la realidad social de que muchos policías y militares se han inclinado hacia el crimen, no podemos decir que la poca remuneración policial es un factor determinante para que un agente cometa un crimen. Recordemos el muy sonoro caso de la Dirección Central de Antinarcóticos (Dican), donde el director de esta dependencia policial, "un oficial de alto rango", resultó estar implicado al narcotráfico. En tanto hay agentes de rangos menores, que pese a sus bajos ingresos, realizan su labor honradamente.

De igual modo podemos cavilar en cuántos funcionarios, hasta con salarios de lujo, no se valdrán de su condición para agenciarse recursos del erario público. Que cometen desfalcos y malversaciones millonarias afectando los recursos del Estado. Cuántos empresarios y políticos no se habrán valido de sus estatus para deshonestamente atestar sus cuentas bancarias.

El problema de la inseguridad ciudadana y la permeabilidad del crimen, tanto en la Policía como en otras instituciones, se debe a una crisis de valores generalizados en la sociedad, la falta de oportunidades y la inequidad. Pueden cambiar al incumbente y a la policía en general, pero hay que entender que la seguridad ciudadana y el valor humano es competencia de todos.

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