martes, 2 de abril de 2013

Más demandas, ínfima remuneración

La institución del orden dominicana ha sido blanco de críticas y reproches en los últimos tiempos. Principalmente por el incurrimiento de muchos de sus agentes en actos ilícitos y deplorables. Por ejemplo, abuso de poder, improcedencia en sus funciones, cohecho, contubernio, y todo tipo de actos antisociales o delictivos, dentro y fuera de servicio.

Es una realidad que se ha convertido en un gran dolor de cabeza en todo los estamentos sociales. Si los que están designados para proteger vidas, propiedades, hacer cumplir las leyes y someter a los malhechores, son los que están infringiendo las leyes, pues es un impasse tremendo. Se han depurado las filas, se han impartido talleres de derechos humanos y valores institucionales, como profilaxis a esta  problemática, pero pareciera no funcionar. 

El mes pasado se proclamó la reforma de seguridad ciudadana,  confeccionada por el Poder Ejecutivo y las entidades que regulan el sistema de seguridad nacional. Sé que para nadie esto es desconocido, no pretendo redundar en lo mismo, sólo quiero considerar un pormenor a veces ignorado. 

Leí la semana pasada un editorial muy interesante en el periódico "EL Día" (edición de la fecha 27/03/13), dicho editorial se titulaba "La policía indigente", hacía referencia al misero salario que reciben los agentes del orden por sus prestaciones, y lo influyente de esto para el desempeño de sus labores.

El sólo hecho de pensar que un raso, como miembro de menor grado, deviene un salario RD$ 6,117  (bruto) al mes. Considerando el hecho de que es una persona que debe costear pasaje, vivienda, alimentos, manutención de vástagos, etc. Nos hace cuestionar, qué alternativa tendrá para poder administrar el "sueldito", para costear referidas necesidades. A primera impresión se nos hace bastante difícil concebir que tal remuneración baste para financiar estas necesidades básicas e indispensables.

Cité el ejemplo del raso, pero es la situación de la mayoría de los militares y policías, principalmente los de grados subalternos. Seamos empáticos y pensemos de momento en el hecho de tener que lidiar con tal indigno salario, y tantas propuestas indecorosas al mismo tiempo en el desempeño del trabajo policial. Un traficante de estupefaciente le ofrece una considerable suma de dinero, portar un arma y tener necesidades económicas no es una buena combinación. Es una de las razones por la cual vemos tantos agentes atracando, entre otros incurrimientos delictivos.

No intento justificar a los policías corruptos. Tampoco digo que esto sea  lo determinante para que tomen la vil decisión de delinquir. Pero considero que es uno de los principales factores que los influye a deshonrar el uniforme. Los policías y militares son de los empleados peor pagados en nuestro país. Agregándole a esto el hecho de que por su condición no tienen derecho a deliberar, manifestarse o quejarse por tal situación.

Debemos estar esperanzados por la nueva propuesta de reforma de seguridad ciudadana, propugnada por nuestro Primer Mandatario. Y que será puesta en ejecución por nuestras autoridades. Contiene excelentes implementaciones que deben efectuar policías, militares, pero también la clase civil, pues la seguridad es responsabilidad de todos. 

Ante todo recordemos. Por más buenos métodos de seguridad y prevención que se implemente no servirán de mucho si no se le otorgan salarios dignos a aquellos que son los empleados para ejecutar la seguridad nacional.

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